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Takashi, la vida por un mundo más justo

Takashi, la vida por un mundo más justo

Oscar Oshiro, el “Japo” o “Takashi”, nació y se crió en el barrio de Nueva Pompeya. Sus padres eran inmigrantes japoneses, oriundos de Okinawa, y eran propietarios de la tintorería “Gran Tokyo” en Traful 3885, donde coexistía la vivienda familiar. Oscar tenía una hermana, Yoko.

Oscar era una persona muy sencilla, simple, militante y muy alegre. Le gustaba mucho el tango, solía asistir frecuentemente a peñas folclóricas y lo recuerdan como un gran lector, solía tener siempre en sus manos algún libro.

Takashi se hizo hincha y fana del Globo desde muy pequeño por un vecino que fue padrino de su bautismo.

Amaba jugar al fútbol en el potrero y en la placita enfrente de su casa; y, ante todo, seguir y alentar a Huracán, con sus amigos del barrio, en cualquier cancha y circunstancia. Algunos amigos recuerdan varias anécdotas siguiendo al glorioso equipo de 1973. También cuentan sus amigos y familiares que fue un gran jugador de futbol, muy habilidoso y que representó a nuestra institución jugando varios años en las inferiores. Admiraba a René Orlando Houseman.

Comenzó su militancia política desde muy joven. A fines de la década del ‘50, ingresó al Partido Comunista (PC), donde llegó a ser uno de los principales responsables de la Federación Juvenil Comunista (FJC) en el sur de la ciudad de Buenos Aires. Y es en uno de los picnics organizados por la FJC, donde conoce a su futura esposa Eduviges Argentina Bresolin, ¨Beba¨ y madre de sus dos hijos: Leonardo y Gabriela. Su compañera era hincha de San Lorenzo. Gabriela, su hija, recuerda que su papá le colgaba el banderín de Huracán en su habitación que compartía con su hermano Leonardo y que un día la llevó a la cancha a escondidas de su mamá a ver nada más ni nada manos que el clásico Huracán contra San Lorenzo de Almagro.

En 1967 se agudizan las tensiones y contradicciones en el seno del Partido Comunista que genera la expulsión de miles de cuadros militantes (entre ellos Oscar) quienes deciden constituir una nueva organización política: el Partido Comunista Revolucionario.

Fue delegado sindical en una metalúrgica de Avellaneda donde decidió emplearse para militar en contacto con los obreros y sus condiciones de trabajo y vida. Allí fue abogado sindical de sus compañeros, lo que le valió ser despedido en 1970, luego de encabezar un reclamo gremial.

En tanto, continúa con sus estudios de Derecho. Consigue ser empleado por los doctores Mario Garelik y Javier Slodsky en uno de los tres estudios jurídicos pro-obreros más importantes de Avellaneda, junto a los de Gastón Courtade y el de Otto Weis y Keselman.

Oscar estudió Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y como abogado laboralista se dedicó especialmente a defender los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Entre los casos que llevaron adelante figura la defensa colectiva de un grupo de más de 100 trabajadores y trabajadoras de una empresa. Existen distintas versiones sobre si se trataba de una metalúrgica o una compañía química, pero lo concreto es que el apellido del dueño era Martínez de Hoz.

En 1974, luego de sufrir allanamientos y amenazas por bandas para- policiales, el estudio cierra sus puertas por lo que Oscar se va a trabajar junto con Courtade, el Francés como se lo conocía, también fundador del PCR.

Debido a su permanente e inclaudicable compromiso con los derechos sindicales y sociales de los trabajadores y las trabajadoras, que venían siendo gravemente vulnerados desde la dictadura militar liderada por Onganía, Oscar sufrió un atentado contra su vida por parte de la Triple A (Asociación Argentina Anticomunista) en 1975, del cual pudo escapar arrojándose por la ventana del estudio donde trabajaba en Avellaneda.

Ante la gran represión desplegada sobre los militantes populares, que sufría en carne propia, y la impunidad que gozaba las bandas parapoliciales y militares, decide proteger su integridad como lo hicieron muchos argentinos y argentinas en aquella época: buscando asilo en la Embajada de México, donde permaneció aproximadamente un mes.

El Cuerpo Diplomático mejicano había tramitado y obtenido su salvo- conducto, que le permitía exiliarse en el hermano país, pero un habeas corpus concedido por un juez de La Plata y una errónea evaluación de la coyuntura política del país, lo decidieron a quedarse en su tierra y continuar con el ejercicio de su profesión. 1973-1976 fueron años decisivos en la historia nacional, que condensaron sueños y tragedias. La vida de Oscar no estuvo al margen: del deslumbrante Huracán de Menotti Campeón Metropolitano y la intensa militancia política y social con el regreso de la Democracia a la represión paraestatal, el Golpe y el Terrorismo de Estado. Oscar, que por entonces estaba casado con Eduviges Argentina Bressolin (“Beba”) y era padre de Leonardo y Gabriela, sufrió ame- nazas y atentados contra su vida por parte de la Alianza Argentina Anticomunista (AAA). Finalmente, el 21 de abril de 1977 fue secuestrado por un Grupo de Tareas en su estudio jurídico. Existen testimonios de sobrevivientes que aseguran haberlo visto en el Centro Clandestino y de Exterminio “El Vesubio”. Desde entonces, su cuerpo continúa desaparecido.


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Autores

  • Pablo Zisman

    Integrante de DALE!, Coordinador pedagógico de la Diplomatura de extensión Universitaria de "Promoción socio-comunitaria del deporte" Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), profesor de Historia y educador popular. Trabajador del Ministerio de Educación de la CABA

  • Tomás Barroso Sánchez

    Integrante del colectivo DALE! Estudiante de Diseño de Imagen y Sonido (DIyS) en la Universidad de Buenos Aires (UBA)