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UN TEMA POSTERGADO

UN TEMA POSTERGADO

Según la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), nuestro país se ubica en el tercer lugar del mundo con mayor cantidad de equipos de fútbol: 103. Cada plantel cuenta con un promedio de 30 jugadores, lo que da un total de alrededor de 300 mil jugadores que participan de las instituciones deportivas para jugar fútbol entre quienes parece imperar la heteronorma.

Muestra de ello es que, a lo largo de toda la historia del fútbol argentino, nunca un jugador de fútbol profesional en actividad hizo pública una orientación homosexual. Esta ha sido una práctica vedada a lo largo de la historia del fútbol mundial.

Hasta la actualidad, se han registrado tan solo dos casos de jugadores en actividad que manifestaron públicamente ser gays. El primer futbolista profesional en contar que era homosexual fue el británico Justin Fashanu en 1990. Sin embargo, luego de esta declaración, el jugador fue expulsado de su equipo y eso sería solo el principio: ocho años más tarde, tras ser víctima de insultos y discriminaciones constantes, se suicidó. Como acto conmemorativo, se determinó el 19 de febrero como la fecha en que se festeja el Día Internacional contra la Homofobia en el Fútbol.

El segundo suceso histórico lo protagonizó el jugador australiano Josh Cavallo, en el mes de octubre del año 2021, cuando a través de un video en sus redes sociales afirmó: “Está bien ser gay y jugar a fútbol. Quiero enseñarlo a todo el mundo que está sufriendo y tiene miedo”.

Dos meses después, Cavallo volvía a hacer uso de sus redes sociales para repudiar actos discriminatorios que sufrió en el marco de un partido por parte de hinchas rivales.  En tal sentido, expuso en el inicio del comunicado redactado: “No voy a fingir que no vi ni escuché el abuso homofóbico en el partido de anoche. No hay palabras para describir lo decepcionado que estaba en ese momento. Como sociedad, muestra que todavía enfrentamos estos problemas en 2022. Esto no debería ser aceptable y debemos hacer más para responsabilizar a estas personas. El odio nunca ganará”.

Otro hito en la historia del fútbol profesional fue la carta anónima que escribió un futbolista de la Premier League para describir la odisea que atraviesa al vivir ocultando su homosexualidad.

A nivel nacional se puede encontrar un antecedente: el de Nicolás Fernández, arquero de General Belgrano de La Pampa, de la quinta categoría de fútbol, que publicó en su Facebook: “Soy feliz. Gracias a quienes lo entienden. Y perdón a quién no. Un género no determina nada y mucho menos habla de quién soy como persona. Estoy enamorado y sí, de alguien de mí mismo sexo”.

En el mundo de los “machos” parece demasiado difícil romper con los prejuicios. De hecho, el deporte, y sobre todo el fútbol, ha sido un espacio históricamente configurado por los hombres, quienes asentaron ciertos valores, representaciones, símbolos y creencias que incentivan a la intolerancia, donde, por ejemplo, la socialización de experiencias sexuales atribuye virilidad y otorgan validez social al actor en cuestión, mientras que se reprimen las emociones asociadas al “llanto” o los afectos que habitan en estos sujetos.

En este sentido, uno de los hechos- y de los más importantes- es el de la heterosexualidad. Quien se desvía de la (hetero)norma es sancionado con la postergación, el silencio, el humor y las risas. Ésta es la característica distintiva de la verdadera masculinidad contemporánea, convirtiendo al homo-odio en un fenómeno que aparece como “natural”.

Es interesante el planteo que hace la filósofa y referente Esther Díaz, cuando expuso: “Históricamente le hemos dicho homofobia, pero el término está en crisis en muchos círculos de reflexión: ´Fobia es un término clínico que connota temor a ciertos animales o elementos. ¿Por qué se le aplica a la agresión contra identidades sexuales no hegemónicas? ¿Por qué se utiliza una palabra de la clínica médica si es un tema psico-social, ético y jurídico´”?

Asimismo, en complemento a tal reflexión, la periodista Marina Abiuso analizó que “la fobia es incontrolable y trae padecimiento a quien la sufre. El homoodio, en cambio, trae sufrimiento al objeto de ese odio que es completamente ajeno al sentimiento del otro”.

Por ello, muchos jugadores esperan al momento del retiro deportivo para poder “salir del armario”, es decir, cuando se alejan del mundo futbolístico para permitirse ser libres y sentir. 

Quien da muestra de esta teoría es el mediocampista alemán del Real Madrid, Tony Kroos en una entrevista con la revista GQ: “Mi sentido común me dice que todo el mundo debería vivirlo en plena libertad, no cabe la menor duda de ello. Eso sí, no sé si daría el consejo de declararse homosexual a un futbolista en activo. Sobre el terreno de juego se suelen utilizar ciertas palabras y, teniendo en cuenta las emociones que se llegan a vivir en las gradas, no podría asegurar que no terminaría siendo insultado y menospreciado”.

También la declaración del delantero Daniel Osvaldo en una entrevista a “La Gazzetta dello Sport”: “El fútbol es machista y no está preparado para admitirlo. Los jugadores gays serían destruidos por el medio”.

Vale preguntarse, por qué la sexualidad ha tenido un peso tan preponderante en la esfera social como para condicionar de tal manera hasta a los deportistas. ¿Por qué se promueve, desde la cultura de “cancha”- del “aguante”- valores asociados al homo-odio? ¿Es sólo un problema cultural?

Una de las respuestas que se esboza rápidamente, para justificar actos de irracionalidad, como la violencia, es que el mundo del fútbol es “pasional”. Sin dudas que lo es, donde una de las emociones que más lo representa es el odio a través de la homofobia.

La diversidad sexual fue un tema postergado por muchas décadas, sin embargo, conforme cambia la sociedad, lo hace también el deporte. Ya es momento de dar la patada inicial de un partido para cambiar la historia. Es importante que, el fútbol como uno de los deportes con más participación en el mundo, implemente una conducta distinta en materia de respeto e inclusión. Por supuesto que los clubes y las políticas gubernamentales deben acompañar el proceso para garantizar igualdad.

Hasta el momento, AFA no propuso ninguna política que multe o sancione a los jugadores con comportamientos homofóbicos. Tampoco existen planes orientados a la educación de los clubes en materia de diversidad, inclusión y respeto sexual. En este contexto, las normas y la educación quizás sean las herramientas para derribar el tabú sobre la homosexualidad en el fútbol argentino. Visibilizar estas temáticas y cuestionar el actual sistema legitimador son un primer (y gran) paso.

La pulseada entre el costo de decir la verdad u ocultarla. La lucha entre los miedos y la libertad. El primer paso para que, algún día, la homosexualidad de un deportista ya no sea una noticia.


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