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VIOLENCIAS EN EL DEPORTE

VIOLENCIAS EN EL DEPORTE

El 25 de noviembre, en Argentina y en el mundo, es el día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la mujer. Y para hablar de violencias y de la forma de erradicarlas, es imprescindible que empecemos a trabajar en cómo identificarlas. 

Es bien sabido que hay ciertos tipos de violencia que son muy reconocibles para cualquier persona, un grito, un insulto, un golpe. Con el tiempo hemos aprendido a identificar otros tipos de violencias, del ámbito sexual, laboral, psicológico y económico. Hemos logrado con mucho trabajo como sociedad que queden claros algunos tipos de violencia, aunque todavía no hayamos logrado erradicarlos; poder nombrarlos y tipificarlos fue un gran avance para todas nosotras. Nos permite concientizar, visibilizar y poner en debate el porqué de estas violencias. 

En este texto queremos hablarles de las violencias que aún existen en el deporte y en los ámbitos recreativos, la traba que éstas significan a la hora de poder ejercer nuestro derecho al deporte y la recreación y la forma que encontramos de ir en contra de ellas. 

En primer lugar, los clubes, como las organizaciones sociales, son un reflejo de nuestra sociedad, lo que implica que las violencias que ahí se reproducen son las mismas que se reproducen en otros ámbitos, la diferencia es el lugar y el contexto en el que se generan. Es común, por ejemplo, que en los clubes de barrio las mujeres tengamos los peores horarios de entrenamiento, o los peores materiales, incluso en el deporte de élite, las mujeres solemos cobrar menos que los varones por la misma actividad. Pero existen violencias dirigidas no solo a quienes practican deportes, sino también a las pocas mujeres que conducen, coordinan y dirigen instituciones. 

El camino para llegar a una institución para las pibas suele ser más complejo, además de las responsabilidades que tenemos todes, a las mujeres se nos suman las tareas de cuidado cotidianas, ya sea cuidar a algún familiar, hacer la comida, o la limpieza de los hogares. Esto corre tanto para deportistas como para coordinadoras, entrenadoras y dirigentas. Y a las tareas de cuidado personales se le suman las colectivas, solemos ser también las compañeras quienes nos ocupamos de mantener el orden en la institución, lavar las camisetas, cocinar para la olla popular, o hacer el seguimiento de las problemáticas que pueden tener las familias que allí asisten. 

Con el tiempo y la organización fuimos encontrando maneras para garantizarnos el derecho al deporte y la recreación. Encontramos espacios comunes para cuidar a les niñes para que otras puedan practicar deporte. Nos formamos, en la medida de lo posible con diferentes perspectivas, y sobre todo nos juntamos al calor de una problemática común. Creo que lo más importante de esto, y lo que nos trajo el feminismo, es que nos juntamos, empezamos a hablar entre nosotras, compartir nuestras experiencias, recomendarnos soluciones, y empezamos también a organizarnos para erradicar dichas violencias. 

Una de las cosas más importantes de esto, es nombrarlo, es hacernos cargo que existen, en mayor o menor medida, y que muchas veces (aun sin quererlo) la violencia es ejercida por quienes tenemos al lado y queremos o respetamos, e incluso por nosotras mismas. Lo que no se nombra no existe y lo que no existe no se puede combatir. Es por esto que desde hace tiempo las mujeres que formamos parte de los ámbitos deportivos en sus diferentes niveles, hemos decidido apostar a la construcción colectiva, a la formación propia y de nuestres compañeres y a poner en discusión todo. 

Desde Somos Dirigentas (espacio que nuclea dirigentas de clubes de barrio y espacios sociales) pusimos en práctica la erradicación de la violencia con 2 ejes principales. La formación, para nosotras, para nuestras instituciones y para todo aquel o aquella que quiera formarse en esto. Tomamos el curso de la ley Micaela en el deporte, pero además generamos distintas formaciones internas para la educación sexual integral, el acceso libre al deporte y la recreación. Pero sobre todas las cosas entendemos que la formación igualitaria no implica solamente formarse en géneros sino aplicar la perspectiva de género a todas las formaciones que realizamos. Esto incluye también pensar paneles para charlas que incluyan mujeres y/o diversidades e incluir la perspectiva de género en la formación cotidiana, sobre el deporte, sobre la organización en sí misma o sobre incluso sobre el arbitraje. 

Trabajamos en la aplicación de la formación, hemos trabajado para armar nuestro propio protocolo contra las violencias, que implica además de la creación de una comisión de género en las instituciones, un acompañamiento real y práctico a la hora de resolver distintas violencias y en el caso de no poder, las herramientas para saber en qué instancias ya sean judiciales o psicológicas podemos intervenir y a dónde derivar los casos que se escapan de nuestras posibilidades. Y el segundo eje, es la intervención. 

¿Cómo intervenimos?, ¿Es posible modificar algo? Creemos que la respuesta es si, nuestra participación debe ser constante y en clave de feminismo, lo más importantes es poder avanzar desde un lugar distinto al que se nos dio siempre, y con distinto me refiero a otras prácticas, tiene que ser parte de nuestra discusión feminista las formas y la manera en la que intervenimos en los distintos ámbitos, para no terminar reproduciendo las formas del poder patriarcal. 

Por ejemplo, el año pasado fuimos partícipes de la creación de la Ley de Cupo Dirigencial en CABA, lo que permite asegurar que en un plazo de 4 o 5 años las comisiones directivas de los clubes lleguen a la paridad. Esto solo sirve si viene acompañado de la formación, no tendría sentido si no es claro el porqué de la importancia de las mujeres en las comisiones directivas, y queda solamente como un cupo a cumplir, es imprescindible para que funcione que tomemos cartas en el asunto, no solamente que figuremos en un acta, sino que alcemos la voz y pongamos en discusión lo que pensamos y queremos discutir. 

Es por eso que decidimos intervenir cotidianamente, lo hacemos desde la participación y la construcción amorosa y libre de violencias de estos espacios. Decidimos intervenir en todo, desde las decisiones más grandes a las más pequeñas, desde la creación de leyes y las marchas por nuestros derechos hasta discutir que no sean siempre las madres las que laven las camisetas, o que esta vez le toca al equipo femenino de tal o cual deporte tener las pelotas nuevas. Las instituciones tenemos la responsabilidad de formarnos e intervenir en la pequeña porción de sociedad que orbita alrededor nuestro. 

Nuestro compromiso es que el acceso al deporte sea un derecho, pero un derecho igualitario, para todes en cualquier lugar. 


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