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AHORA LA HISTORIA LA CUENTAN LAS PIBAS

AHORA LA HISTORIA LA CUENTAN LAS PIBAS

Las cuervas de tablón son un grupo de mujeres y disidencias que, poco a poco, fueron ganando lugar en la vida social del azabache. Con acciones concretas de visibilización y hermandad colectiva, se hacen presentes en la historia de uno de los grandes del Norte.

El 9 de marzo de 1921 el Ferrocarril Central Norte Argentino fue la fuente de inspiración para que un grupo de trabajadores ferroviarios fundara un club en su honor. Tomaron el nombre y utilizaron los colores blanco y negro, característicos del ramal norteño.

A partir de aquel momento, la historia de “los Cuervos” o “azabaches” recorrerá gran parte del siglo XX, llegando a ser uno de los clubes centenarios y más populares, tanto de Salta como del Norte argentino.

Sin embargo, la historia de Central, como la de tantas otras instituciones, estará escrita en su mayoría por hombres, negando la presencia y vital importancia de la mujer en la vida social de estas entidades deportivas.

Cuervas del Tablón

Belen “Bechi” Herrera, tiene 35 años y es licenciada en psicopedagogía. Murguera de alma y vecina del barrio Campo Caseros, es una de las fundadoras de las Cuervas del Tablón. “Nacemos poco antes de la pandemia con la idea de empezar a visibilizar a las mujeres del Club que formaron parte de la historia. Comenzamos entonces a mostrar que estamos desde siempre y que hoy de repente empezamos a generar la fuerza para ser reconocidas. Esta idea comenzamos a charlarla con amigas que conocíamos de la cancha y del Club en general, así nació”, explica.

Las cuervas son aproximadamente 50 mujeres, de diversas profesiones, como trabajadoras sociales, psicopedagogas, maestras, así como también chicas de distintas disciplinas del Club. En este sentido, comenta Bechi, “el grupo es bastante grande, donde también hay un uno más reducido que es el grupo de trabajo. Nuestra idea es acompañar, generar un espacio de primera escucha, de guía a las problemáticas que se van desprendiendo sobre las mujeres. Entonces desde ese lugar, y desde las diferentes situaciones que se van presentando, dentro de la cancha o en la institución, acompañamos, escuchamos, orientamos, hacemos redes y acercamos la información a las cuervas”.

A partir de la creación del grupo fueron surgiendo nuevos hallazgos, por ejemplo, se redescubrió un equipo pionero de fútbol femenino de la década del 60. “Tenemos una amiga que a partir de una tesis que está realizando encontró esa formación. Entonces empezamos a buscar más material que nos sirva para visibilizar toda esa historia oculta».

Las cuervas avanzaron sobre la posibilidad de institucionalizar un espacio dentro del Club: “Nosotras presentamos el proyecto de Departamento de Género al Club. Fue aprobado, recibido y ahí quedó, solo en la foto y en la firma. De todas formas trabajamos por fuera ya que lo vemos fundamental. Las chicas de Central son un montón, no dejamos de asombrarnos por la cantidad de mujeres que van a la cancha. Hoy, para mí, un 30 o 40 % de las personas que asisten son mujeres, entre mamás, grandes, jóvenes, de todas las edades”.

En acción

Hay situaciones de violencia, de discriminación, de aborto y nosotras nos acompañamos y conectamos con otras instituciones u organismos para poder encontrar una solución», comenta Belén Herrera en cuanto al accionar cotidiano de las cuervas y agrega: «Esa es nuestra tarea en lo macro. En tanto, en lo micro, lo importante es tenernos a nosotras, contar con un grupo de mujeres que es fundamental. Mostrar que las instituciones deportivas también están para otras cosas. Esa tarea es la que tenemos, y con actividades que pueden parecer mínimas se puede cambiar un montón: acompañar en una fila, que la policía habilite más puertas, pequeñas acciones que nos dan más seguridad y respaldo a las mujeres y familias que van a la cancha”.

La irrupción de espacios como las Cuervas de Tablón en las instituciones deportivas, plantea escenarios disruptivos y las reacciones de recepción no se alejan de las mismas que la sociedad misma genera en su conjunto. Bechi así lo relata: “Desde las mujeres fue muy bien recibida la llegada de este Departamento de Género, fue bien comprendido. Siempre hablamos con ellas, invitamos, nos mostramos accesibles a compartir. En tanto, la recepción desde el lado de los varones, creo que hubo una doble mirada. Hay muchos compañeros que lo entendieron perfecto, que apoyan y acompañan respetando el espacio que es nuestro. Y hay otra gente que claramente está a años luz de entender. El tema de los pañuelos verdes, por ejemplo, molesta y muestra lo mismo que muestra la sociedad: ignorancia, desconocimiento y a la vez miedo a que aparezca un grupo como nosotras que diga ‘ya está, hay cosas que no van a pasar más, no lo vamos a permitir y vamos a escuchar'».

En cuanto a las acciones que el grupo lleva adelante, Belén comenta que “en noviembre, para la fecha de la erradicación de la violencia contra la mujer, durante un partido hicimos carteles, nos pusimos vendas en los ojos, otras compañeras, en la boca. Hubo mujeres de todas las edades participando de la intervención. Esto fue en el entretiempo y se generó un silencio y un respeto increíble. Cuando termino apareció un aplauso que nos sorprendió gratamente… Después fuimos a diferentes marchas, como el 8M con banderas y remeras que nos sirven para que las chicas se acerquen, nos conozcan, nos pasamos teléfonos. Realmente es algo que va creciendo, de forma lenta, pero con las convicciones claras y con el deseo de que haya situaciones que dejen de ocurrir en serio”.

Una pasión que no es solo cosa de hombres

“Es increíble lo que nos genera Central Norte. Es mucho más que un equipo de fútbol, inclusive esto lo discuto conmigo misma», se apasiona Bechi en el relato y agrega: «El Club es una comunión familiar, barrial y de amistad. Lo que me genera es un montón. Muchas veces da esperanza, alegría, no pasa por un resultado, no pasa por una categoría, pasa por el hecho realmente de lo que significa pertenecer y formar parte de Central Norte”.

“Siempre me sentí identificada con la familia en la cancha, es algo que transité desde muy chica con mi familia. Entonces es importante poder respetar esos espacios también. Hubo un tiempo que lamentablemente por peleas entre barras nos corrieron a las familias de la popular y tuvimos que irnos a la platea, hasta que volvimos poco a poco. Esto no quiere decir que no me guste lo que se genera en la tribuna, al contrario, amo la murga, los bombos, la fiesta, el cotillón de la cancha, pero aun así mi integridad física y emocional me importa un montón”, resalta Herrera.

Si esta semana se cumplieron 101 años de existencia del azabache, los sueños para los próximos 101 también están a la orden del día como guía y horizonte de Belén y de las cuervas. “Sueño con un Central Norte para la familia en donde podamos ir a la cancha tranquilas. Antes hacíamos los festivales adentro de la cancha, con kermesse, bingos, nos juntábamos a comer mandarina, todo muy humilde pero hermoso. Sueño con que mis hijos puedan volver al Club a festejar su cumpleaños, el día del niño, que podamos ir a la cancha sin miedo. Es momento de abrir las puertas a las familias. Queremos una institución que sea social y popular. Sueño con que los dirigentes estén cerca de la gente y que la gente sea la dueña del Club. Ni siquiera sueño con una categoría”, se entusiasma Belén.  Las Cuervas del Tablón sueñan en grande, porque grandes son los anhelos que ellas mismas un día se propusieron y hoy cumplen a fuerza de convicción y militancia, peleando por instituciones en las que se incluya verdaderamente a aquellos sectores que siempre fueron invisibilizados. “Por suerte, a medida que pasa el tiempo, la gente va acercándose y el respeto es enorme, lo podemos sentir. Es un camino que transitamos con muchas ganas pero, sobre todo, juntas”.


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