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DONDE HAY UNA NECESIDAD NACE UN MERCADO

DONDE HAY UNA NECESIDAD NACE UN MERCADO

Levanta las cejas, sonríe. Se siente cómodo. Aunque, del otro lado de la mesa, Alejandro Fantino le advierta: “nos vamos a pelear, Javi”, Milei se muestra seguro, sostiene que le “gusta el modelo inglés”. “Sociedades anónimas”, responde Fantino. “No les va mal eh, tienen un espectáculo”, retruca el candidato. El periodista toma la palabra y recuerda sus tiempos en Brown de San Vicente, un club de su Santa Fe natal. Menciona todas las actividades que practicaba ahí: básquet, rugby, fútbol. Cuenta que su padre hizo una de las canchas y que su abuelo iba a jugar al metegol. Fantino habla de identidad, Milei contesta desde el único lugar que conoce: el mercado. Responde con una pregunta de cuatro palabras: “¿Y quién lo pagaba?”. La conversación, que había empezado en los clubes de fútbol, gira hacia los clubes de barrio y de pueblo. 

Identidad, comunidad y pertenencia

Durante esta campaña se dio un cambio en la concepción que la política tiene de la ciudadanía. En las propuestas que plantea La Libertad Avanza, el segundo espacio más votado en las elecciones generales, los ciudadanos y las ciudadanas son vistos como clientes. Potenciales consumidores de servicios o productos. Milei califica a la idea de que “donde hay una necesidad, nace un derecho”, como una aberración. Desde su perspectiva, donde hay una necesidad nace un mercado. Si esa persona no puede pagarlo, es problema suyo. 

Muchos analistas marcan la importancia que tuvo la pandemia en el crecimiento de Javier Milei. El contexto de encierro y el trabajo individualizado pueden llevar a la pérdida de lo colectivo como espacio de pertenencia. Milei, incluso, utiliza el adjetivo “colectivistas” como algo peyorativo vinculado a los “zurdos de mierda”. Pero lo colectivo no tiene que ver con ideologías políticas sino con una cosmovisión del mundo. Todas las historias “desde abajo” que puedan trazarse de Argentina están cruzadas por aquello que nace de juntarse con otros y otras. Desde equipos y clubes hasta grupos de rock o folklore. Desde asociaciones de fomento barriales hasta grupos de teatro comunitario. Desde comedores para cubrir las necesidades que dejan al descubierto las crisis económicas hasta sociedades de socorro mutuo vinculadas a nacionalidades de inmigrantes. Desde grupos literarios como “Boedo” o “Florida” hasta la generación Di Tella. La enumeración podría seguir. No puede separarse lo colectivo de la historia argentina. 

Hoy ese legado colectivo vive en los clubes de barrio. Espacios donde, como suele afirmar el periodista Lucas Jiménez, se cruzan todas las clases sociales. Y no son muchos los lugares que hoy mantienen esta característica. “Quizás hace 30 o 40 años clubes, vecinales, sindicatos y la escuela eran las principales referencias para los vecinos de los barrios, las instituciones de mayor presencia. A mi entender hoy los clubes son la principal referencia, arriesgaría que son el último eslabón de lazos sociales, donde las vecinales y las cooperadoras escolares se han vaciado de compromiso comunitario, por razones que habría que estudiar”, afirma Javier Gañán, Coordinador académico de la diplomatura en Gestión de Entidades Deportivas de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario.

Los clubes, además de brindar posibilidades deportivas o culturales a sus socios, son puentes entre personas. “Son espacios de integración. Son espacios que estimulan los lazos sociales, que contienen. Que dan la posibilidad de participación, pero que también construyen identidad y criterios políticos. Es verdaderamente un espacio de escuela de vida en un punto. El club representa un espacio primario para el vecino, para el pibe que no encuentra en la escuela un espacio de contención, para el vecino que no se encuentra con nadie y tiene miedo por la inseguridad. En el club encuentran un espacio donde canalizar sus valores, sus emociones”, reflexiona Esteban Ortega, abogado y presidente de la Red de Clubes de Rosario.

Otro aspecto que fomentan es la equidad y la igualdad. Que los pibes y las pibas puedan jugar con las mismas posibilidades, los mismos derechos. “Los clubes de barrio somos actores fundamentales en la sociedad. Alojamos a pibes y a pibas que no solo vienen a desarrollar un deporte, sino que además se construyen como seres en convivencia con otros y con otras. Nosotros apuntamos de hecho a un club igualitario, donde las escuelitas e inferiores se desarrollan entre varones y nenas, no hay diferencias. En esto que nosotros trabajamos todos los días, de permitir que todos los pibes del barrio puedan estar adentro del club, desarrollarse como personas y vincularse con otros, el objetivo es construir comunidad”, explica Carla López, secretaria del Club de Trabajadores y Trabajadoras del Banco de Santa Fe. 

Lo público, lo privado y los clubes

En los últimos años fueron recuperados muchos clubes de barrio en Rosario. En algunos casos estaban tomados por el narco, en otros estaban cerrados o prácticamente abandonados. Volver a abrir las puertas de un club brinda un nuevo espacio de interacción entre vecinos, uno que permita fortalecer vínculos allí donde la inseguridad o el narcotráfico llevan al aislamiento dentro la propia casa. Uno de ellos es el Club Social y Deportivo Hertz, ubicado en la zona sur de la ciudad.

Desde su óptica mercantilista, para Javier Milei los clubes deberían funcionar como empresas, quitándoles toda su potencia comunitaria y social. “Como club de barrio recientemente recuperado por los vecinos, el eventual triunfo del candidato Milei y sus ideas donde todo se basa en el mercado y si no da plata no sirve sería retroceder con todo lo logrado hasta el momento”, opina José Mordella, secretario del Hertz y tesorero de la Red de Clubes de Barrio.

El ida y vuelta entre los clubes y el estado es un eje fundamental para esta resurrección. En los últimos años hubo diferentes políticas públicas que buscaron acompañar la realidad de estas instituciones, apoyar la mejora de infraestructura y contribuir a que cada vez más pibes puedan acceder a ellos. “De parte del Estado nacional el programa más importante es «Clubes en Obra» que permite mejorar la infraestructura. El otro programa nacional importante es “Hay Equipo” es una política pública conjunta entre el Ministerio de Turismo y Deportes y el Ministerio de Salud, que busca garantizar el acceso de chicas y chicos, de entre 5 y 17 años, a la práctica deportiva”, desarrolla Javier Gañán. El programa “Clubes en Obra” comenzó durante la pandemia “los clubes califican inscribiéndose y mostrando el proyecto de obra, creo que el monto para 2023 fue de hasta 2 millones de pesos”, explica Javier Gañán. Muchos clubes pudieron techar espacios, cambiar pisos a canchas de diferentes deportes o edificar nuevas instalaciones en sus sedes gracias a este programa. “Hay equipo”, por otro lado, “está destinado a aquellas personas cuyos padres cobran la Asignación Universal por Hijo/a (AUH), cubriendo el costo de la práctica. El aporte se realiza a las instituciones que se inscriben en el programa, generando un ingreso directo a los clubes que incluyan pibas y pibes a la práctica deportiva. Este programa paga más las prácticas menos frecuentes y premia por género”, aporta Gañán. 

La desaparición de estos programas, junto con la quita de subsidios sería un terremoto en la estructura de los clubes de barrio. Así lo entiende José Mordella: “Nos costó muchísimo recuperarnos de los años del macrismo donde los aumentos de los servicios se fueron por las nubes causando que muchos clubes de barrio desaparecieran. Comenzar de nuevo sería muy muy difícil”. 

Vale recordar que, durante el gobierno de Mauricio Macri entre 2015 y 2019, con José Aranguren, Ministro de Energía y accionista de Shell, a la cabeza, los tarifazos pusieron en jaque a los clubes de barrio. Los aumentos en promedio de 350% en el agua, 750% en la luz o 3700% en el gas, llevaron a una unión inédita por parte de los clubes para hacerle frente a los tarifazos. Hoy en día el Estado los subsidia para que los precios de las tarifas no afecten su funcionamiento. Una potencial llegada de Milei al poder barrería con estos beneficios, tanto los programas estatales como los subsidios.

En las zonas de mayor vulnerabilidad social los clubes no sólo cumplen una función deportiva, de esparcimiento o recreación. En el texto “La recova o donde Enzo Fernández prendía la luz” publicado en Semilleros, escribe Santiago Núñez: “El rol de los clubes de barrio y de sus impulsores, en relación con los barrios más humildes, es interesante. Comenta Cóseres que el club lanzó una iniciativa pensando en el tema: ‘Sirve para ayudar a sacar pibes de la calle. Estamos rodeados de villas nosotros. Lo que siempre decimos es que cuando el nene tiene 13 años y deja de jugar en el club hay que tener un apoyo. El futsal lo lanzamos para eso: para que, cuando deje el baby, siga jugando. Te podemos dar miles de casos de chicos que están presos o muertos’”. Hacia el mismo lugar apunta José Mordella: “Los chicos practican algún deporte en un lugar donde se sienten seguros, donde crean vínculos con sus demás compañeros y compañeras. El club les brinda contención alejándonos de las calles y los problemas de estos tiempos”.

La llegada de Milei y sus ideas al poder trae varios riesgos para los clubes de barrio. Los que están más a la vista son los ya mencionados: la quita de subsidios, programas estatales y el peligro de las privatizaciones. “Riesgos vemos un montón: perder el apoyo del estado, la quita de subsidios o mismo el malestar económico, social o cultural de los asociados. Esto por supuesto que afecta directa o indirectamente a la vida del club. Esto sería un riesgo o más que nada una amenaza – explica Esteban Ortega, pero también aclara – De todas maneras también, y esto es un punto de vista, al estar el club de barrio fuera de la órbita gubernamental o del estado en un sentido estricto, el lunes nos vamos a levantar y el club va a seguir siendo de sus socios. Va a estar ahí”. 

Así como los clubes hoy son garantes de lazos comunitarios en los barrios, fueron los espacios donde se mantuvo la democracia en tiempos de dictadura. Mientras que en el país las urnas estaban guardadas y cubiertas de polvo, en los clubes la libertad de elección se mantuvo. Un ejercicio de resistencia en tiempos de opresión. “De ninguna manera quiero decir que al club le es indiferente lo que pase en la política, en el estado o en el gobierno, pero al ser una organización, como decimos nosotros, libre del pueblo, va a seguir existiendo, se va a seguir posicionando y actuando en la vida civil y política de cualquier modo. Afecta directamente, hay riesgos, hay amenazas, pero tenemos muy en claro que no vemos un exterminio posible. O al menos no vemos un exterminio posible sin oponer resistencia”, advierte Esteban Ortega.

De swifties, clubes y Star Wars

En las últimas semanas muchas comunidades llamaron a votar en contra de Javier Milei: fanáticas de Taylor Swift, de Sandro, de Star Wars, de los autos, clubes de fútbol o clubes de barrio. ¿Qué une a todas estas comunidades? La idea de ser y desarrollarse en colectivo. Algo que Milei claramente rechaza. Puntualmente, los clubes de barrio no son solo espacios deportivos. Son ante todo historia, pertenencia y comunidad. Todas las propuestas de Javier Milei piensan a las personas como individuos aislados de su entorno. El liberalismo fomentado por Milei propone la libertad desde una individualidad competitiva, mientras que estos movimientos -swifties, fierreros, fanáticos de Star Wars o clubes de barrio- plantean la libertad desde un punto de vista colectivo.

En una sociedad donde los lazos comunitarios parecen ir perdiendo espacios, los clubes de barrio mantienen viva la llama de pensar en el otro. Lo explica Javier Gañán: “Los vecinos que no participan de la vida cotidiana del club del barrio siempre están para acompañar en jornadas solidarias, rifas, polladas, etcétera. Creo que eso ya no sucede tanto con otras instituciones que están más desgastadas, más «rotas» por políticas neoliberales que erosionaron su eficacia y legitimidad, el caso paradigmático es la escuela pública… Cada vez más vecinos envían a sus hijos a la educación privada. Sin embargo a la hora de hacer deporte siguen eligiendo clubes gestionados por vecinos y padres, y no academias o espacios privados. Los clubes al ser gestionados por la comunidad guardan mayor legitimidad de origen”.

De cara a lo que venga es necesario recuperar y sostener espacios donde ser y estar con otros y otras. Fortalecer esos vínculos llevará, a la larga, a que las ideas mercantilizantes, que piensan a las personas como un individuo y no como un ser social, no puedan calar en la sociedad. “Son procesos de toda la vida, hay gente que llegó al club cuando tenía diez años, ahora tiene treinta y uno y quizás recién después de veinte años está empezando a tomar conciencia del rol histórico que tienen los clubes. Siempre decimos que los setenta y los noventa generaron un agujero enorme que va a llevar mucho tiempo reparar y bueno, estamos en eso”, piensa Esteban Ortega. Hay una memoria de la argentina colectiva que vive en los clubes de barrio. Esta memoria guarda el recuerdo de grandes gestas deportivas, pero también un consejo que debe ser repetido como un mantra: la salida siempre es colectiva.


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