LA PROPUESTA DE MILEI: DINAMITAR LOS CLUBES DE BARRIO
El club El Ideal se encuentra al 5100 de la calle Montiel en Villa Lugano, uno de los barrios más populares de la Ciudad de Buenos Aires. Fundado en 1929, está por cumplir un siglo de vida. Pasaron por allí miles de pibes y pibas que tuvieron las puertas abiertas para practicar deportes, pagando una mínima cuota social. Se definen como una asociación cultural, social y deportiva.
En esa cancha de baby, hoy rodeada de publicidades de pequeños comercios del barrio, no de grandes empresas, jugó Javier Milei al fútbol. De pibe era arquero. “El loco del arco”, le decían y su ídolo era el Pato Fillol.
El club El ideal es uno de los clubes de barrio que recibe apoyo estatal. El Programa Clubes en Obra del Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación le otorgó un subsidio para que pueda realizar mejoras en sus instalaciones. Más allá del uso político en campaña que hizo Milei al presentar a Ramiro Marra como candidato a jefe de gobierno en esa sede, está claro que el club y sus dirigentes son, para su espacio político, parásitos que “viven” del Estado y subsisten gracias a que otros pagan “el derecho” de pibas y pibes a jugar.
Si Javier Milei llega a la presidencia ni El Ideal ni ningún club de barrio será merecedor de una ayuda del Estado nacional. Será el mercado quien dirima si puede seguir existiendo, y que lo siga haciendo o no, no será preocupación de su gestión de gobierno, así lo ha declarado en más de una ocasión.
JUSTICIA SOCIAL
El candidato de la extrema derecha es un provocador locuaz que hace de sus intervenciones mediáticas un show. Su figura nació apadrinada por conductores televisivos y empresarios de medios de comunicación. De economista especializado en finanzas pasó a panelista y de allí directo al stand up. El crecimiento de sus minutos televisivos del 2016 al 2022 fue exponencial. Hoy el escenario político y su protagonismo es diferente. Es el candidato a presidente con más votos en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias -PASO-.
Ahora bien, más allá de sus excentricidades y de ganar el centro de ring tanto en la contienda política y como en las disputas por las redes sociales, aquello que declara es lo que va a hacer en el caso de llegar a la presidencia. Atrás de cada actuación, está explicito su plan de gobierno. Prestar atención a sus dichos, entenderlos como una posibilidad concreta de acá a pocos meses, y contrarrestarlos, es parte del desafío.
“En este país tenemos que acabar con esa atrocidad que donde hay una necesidad nace un derecho. Ya basta de esa aberración de la justicia social”, dijo en más de una ocasión. Lo repitió una, dos, tres veces. Mil veces. Lo volvió a decir en estos días en una entrevista realizada por el mediático estadounidense Tucker Carlson, con más de 300 millones de visualizaciones en el mundo.
“Donde hay una necesidad nace un derecho”, fue una de las frases pronunciadas por Eva Perón que permanece en el imaginario popular y trascendió lo meramente exclamativo. Continúa impregnada en el cuerpo social y colectivo y en las vivencias de millones de argentinos y argentinas que ejercen de manera cotidiana sus derechos. Su imperativo ético se tradujo en políticas públicas que permitieron el acceso de millones de personas a derechos que no tenían.
El derecho al juego y el acceso de pibes y pibas a la práctica deportiva fue uno de los ejes centrales de las políticas públicas del primer gobierno peronista que, más allá de los años de derrotero neoliberal, se pudo mantener con el paso de las décadas.
“El peronismo le dio al deporte un rol significativo, tomado como instrumento para canalizar las vías de democratización. En menos de diez años se logró que cinco millones de compatriotas practicaran deportes, permitiendo así que emergieran expresiones que sintetizaban el ascenso de las masas”, señala el especialista Osvaldo Alberto Jara en su libro “Peronismo y deporte, la historia completa (1945-2015)”.
Hoy, con la aparición de la extrema derecha como una alternativa real a la presidencia de la nación, muchas cuestiones están en riesgo. El desarrollo físico de los pibes y las pibas de los barrios, sus espacios lúdicos, los valores que acompañan esas prácticas, el rol social de los clubes como organizaciones libres del pueblo, la posibilidad concreta de estar con otros y otras compartiendo un espacio comunitario, la construcción de lazos sociales como gesto concreto de contención y acompañamiento, la opción real para la inclusión de las diversidades en el deporte, el fortalecimiento por parte del Estado de los clubes de barrio, el acceso universal al deporte, tienen chances de ser desaparecidas.
COMUNIDAD ORGANIZADA
Sin clubes no hay barrio. Sin derechos no hay democracia. Sin pibes y pibas practicando deporte no hay posibilidad de crear una sociedad más justa e igualitaria. Para Milei, “la igualdad de oportunidades es una aberración y hasta las calles podrán ser privatizadas” (declaraciones realizadas en el programa Vía Pública de la televisión chilena). Ahí está la diferencia.
El club de barrio asiste a las necesidades e inquietudes generadas en la comunidad. Asegurando derechos y el bienestar de las personas, ayudando su desarrollo personal y brindando servicios que acompañan su construcción identitaria. Su rol social es destacado en nuestra historia como país y valorado más allá de nuestras fronteras.
El universo del deporte barrial en nuestro país crece a pasos agigantados. Los movimientos sociales han desarrollado al interior de su organización, áreas y experiencias deportivas con la comunidad organizada como horizonte. Las federaciones de clubes han aumentado su caudal a lo largo y ancho de país. Las secretarías de deportes municipales y provinciales han crecido en cuanto a su presencia en el territorio. Las universidades públicas van creando sus propios espacios de formación en torno al deporte y han podido desarrollar, en muchos casos, observatorios del deporte social que contribuyen a pensar, desde la academia, este gran universo. Las ligas deportivas, en cada una de las disciplinas, tienen una presencia importante cada fin de semana, con miles de familias siendo protagonistas de esa “cultura del encuentro”, a la que hace referencia el Papa Franscisco*.
Los clubes de barrio, además, son generadores de trabajo e ingresos en un sector informal (y formal en muchos casos) de la economía. Las cooperativas textiles que diseñan y hacen las camisetas, quienes venden los premios de fin de año, la atención de los buffet de los clubes, cooperativas de eventos deportivos, fabricantes de pelotas e insumos para la práctica deportiva, personas que trasladan a los chicos y chicas a sus competencias, profesores, directores técnicos, trabajadores y trabajadoras auxiliares de cada club son algunos de los ejemplos efectivos de lo que denominamos economía social y popular.
Nada de eso le interesa al candidato de la extrema derecha ni aparece en su plataforma electoral. Es un mundo de parásitos que detesta.
LAS TRES D
Por último, la frase de Javier Milei intentando terminar con esa aberración de la justicia social, nos obliga , además, a poner en el centro del debate una nueva tríada que se suma a las necesidades y reclamos de los sectores populares: a las tres T de Techo, Tierra y Trabajo de los movimientos sociales y las tres C de Club, Capilla y Colegio que nos proponen los curas villeros, debemos sumar las tres D: Derechos, Deporte y Democracia, como demanda y posicionamiento político del gran universo del deporte social, popular y comunitario de nuestro país, como bandera de los más de 15 mil clubes de barrio que existen en nuestra patria y que permiten que la felicidad de niñas, niños y adolescentes sea una realidad efectiva. El abanico de propuestas electorales tuvo un corrimiento a la derecha y hasta los principios básicos de la democracia hay que salir a defender ante estas amenazas.
Si vienen por la justicia social, si vienen a dinamitar los clubes sociales y dejarlos a merced de los más poderosos, si vienen por la creación de las sociedades anónimas deportivas, vienen por nuestros derechos conquistados. Vienen por el carácter comunitario del deporte en los barrios y vienen, también, a llevarse puesta la democracia.
El territorio está en disputa. El futuro del deporte nacional también. Nuestra cultura e identidad están puestas en tensión. Los espacios sociales y comunitarios en el territorio están atravesados, a la vez, por las redes sociales, los consumos diversos, el individualismo meritocrático, la ley del más poderoso y el éxito a cualquier costo. El deporte no ajeno a estas problemáticas y estas turbulencias.
El universo del deporte social, popular y comunitario (tan federal, como vasto y heterogéneo en sus prácticas y conceptos) necesita las leyes y los recursos apropiados para bancar la embestida, cuestión que no se resuelve sólo en el plano de lo simbólico y lo discursivo.
Frente al avance del “sálvese quien pueda” de aquellos que vienen con las banderas del libre mercado y un Estado al servicio de los grandes grupos económicos, se necesita, por la propositiva, diseñar políticas públicas concretas e inmediatas que fortalezcan los espacios deportivos barriales, permitan el acceso universal al deporte y el ejercicio pleno de derechos.
Democratizar el sistema con la implementación de los Consejos del deporte, poner en vigencia las Leyes 27.201 y 27.202 ( creación del Ente nacional de desarrollo deportivo y ley del deporte), reglamentar la ley de clubes de barrio, promover la aplicación de la asignación universal por hijo en el deporte, crear los mecanismos para el acceso universal de los espacios deportivos comunitarios a programas de gobierno , posibilitar la apertura del “registro nacional de clubes” a clubes sin personería jurídica, garantizar un porcentaje del presupuesto nacional para el fortalecimiento de los clubes de barrio, son sólo algunas de las demandas aún no atendidas (propuestas hace tiempo por el Movimiento Social del Deporte y muchos actores más) que deben ser la plataforma de una próxima gestión. Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar.
En ese país imaginado por Milei nada del trabajo comunitario será valorado ni necesario. Vendrá, entonces, la propuesta del “voucher deportivo” para desfinanciar la oferta y el sostén de los clubes y “bancar con plata” la demanda. Clubes selectos para pocos que los puedan pagar y las sociedades anónimas deportivas como objetivo. Para La Libertad Avanza un club de barrio asistido por el Estado es un gasto, no una inversión.
Estamos a tiempo de abortar esa posibilidad.
*Sobre los agravios de Milei a Franscisco ampliaremos algunas reflexiones en la próxima nota.