Especial 8 de marzo
PIONERAS, UNA BATALLA COLECTIVA

PIONERAS, UNA BATALLA COLECTIVA

Libro “Pioneras Argentinas. Un pase a la Historia”

El texto que sigue a continuación es la introducción, escrita por Mónica Santino, Tamara Haber y Julieta Ossés, de su libro “Pioneras Argentinas. Un pase a la historia”.  Recientemente publicado por GES – Grupo Editorial Sur- cuenta la historia de ellas “las primeras que pelotearon en el espacio público, las primeras que jugaron en el exterior, las que fundaron los primeros equipos femeninos en los clubes, las que participaron en un mundial antes que la Asociación del Fútbol Argentino las reconociera”. Un Homenaje a tanta lucha y a tanto amor por el fútbol.

El fútbol de mujeres tiene una larga historia en nuestro país. Una historia poco contada, casi invisible, porque nos quisieron hacer creer que el deporte más popular de la Argentina perteneció siempre a los varones.

Pero eso nunca fue así. Los primeros registros que encontramos son de principios del siglo XX y muestran a un equipo de fútbol formado por mujeres en Rosario. La investigadora canadiense Brenda Elsey halló una nota periodística en la revista Fray Mocho, donde se muestran fotografías de un partido que se jugó en la Capital Federal en 1923.

Recientemente la periodista Ayelén Pujol publicó el libro Que jugadora!, donde se reconstruye una historia que tiene por lo menos cien años en nuestro país.

David Wood, especialista en el desarrollo del fútbol en Latinoamérica, hizo un análisis de la representación femenina en este deporte y subraya cómo ya en 1920 había una preocupación porque las mujeres jugaran a la pelota.

Si los grandes productores de la masculinidad y reproductores de los estereotipos de género, como lo era la revista El Gráfico, publicaran notas haciéndose eco de esta preocupación, podemos fácilmente intuir que efectivamente había muchas de nosotras desafiando este mandato en las plazas, parques y canchas.

Una nota publicada en 1921 en ese medio se titula: “Por qué las mujeres no deben jugar al fútbol”?. El texto advierte que la práctica podía significar la pérdida de “atributos de la femineidad”. Claro, jugar resultaba una amenaza al status quo y a los roles de género asignados.

Pero, a pesar de los años de invisibilización constante y al contrario de lo que comúnmente se piensa, las mujeres formamos parte de la historia de fútbol en nuestro país desde sus orígenes.

El Club Atlético Alumni es considerado una de las grandes leyendas del fútbol argentino. Entre 1901 y 1910 se consagró campeón por tres veces consecutivas en la liga de fútbol argentina. Se encontraba integrado por ex alumnos de la English High School, una escuela mixta fundada por el profesor Watson Hutton en 1884, a la que asistía gran parte de la comunidad inglesa y escocesa que migró a nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX.

Esta es la hipótesis que compartió Matthew Brown, sociólogo de la Universidad de Bristol, en el Segundo Encuentro de Fútbol y Mujeres en Latinoamérica y que desarrolla en su investigación sobre deportes y fútbol femenino en Sudamérica durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX, a publicarse próximamente.

El fútbol de mujeres no es una moda. Desde principios de siglo las mujeres jugamos a la pelota, pero nadie contó esta historia. Pesaron más las imposiciones, los prejuicios y estereotipos: que nuestros cuerpos no son lo suficientemente fuerte para un deporte de contacto, que no somos tan rápidas para una cancha de once, que nos puede traer problemas de salud o que podemos perder nuestras cualidades “femeninas”.

¿Por qué hubo tantas resistencias a que juguemos? ¿A qué le temían y aún le tienen miedo? Quizás no hay una sola respuesta a estas preguntas, pero sabemos que el machismo y los mandatos sociales dan forma a gran parte de las respuestas. La asignación de las tareas de reproducción y de cuidado que históricamente recaen sobre nosotras, la utilización de nuestros cuerpos como objeto de placer de otros y no como portadores de nuestro propio deseo, la negación a que habitemos espacios que constituyen la vida ciudadana y fortalecen la vida social, así como otro sin fin de imposiciones, generan desigualdad entre los géneros. Son formas de limitar nuestra libertad, de negarnos deseos. Constituyen medidas de control sobre nosotras y tienen como objetivo relegar nuestra personalidad y nuestras vidas.

No cabe duda de que estas barreras y obstáculos aún existen, pero también sabemos que años atrás eran mas fuertes porque nos sentíamos más solas dando estas batallas. Por eso es importante rescatar nuestra historia, saber que recorrimos un largo camino para llegar adonde estamos hoy, reconocer la valentía de tantas que atravesaron obstáculos y dieron el puntapié inicial, no sólo para hacer carne su propio deseo, sino para darnos la oportunidad a quienes vendríamos después…

¿Cuántas mujeres jugaron al fútbol a lo largo de los años? ¿Por qué nadie lo sabe? ¿Cuántas gambetearon en el barro, rompieron travesaños, hicieron goles de taco? ¿A cuántos varones les robamos la pelota? ¿Quién era la jugadora aguerrida, cuál la habilidosa? ¿y la que dejaba todo en la cancha? ¿Cuáles fueron los partidos memorables, los torneos épicos? ¿Cuáles son las leyendas del fútbol de pibas, las hazañas? ¿Cuántos juguetes adaptamos para que nos sirvan para hacer jueguitos? ¿Cuántas veces nos escapamos por la ventana para cruzar la calle de tierra y meter goles con el equipo de nuestros vecinos del barrio? ¿Cuántas calles de adoquines, jardines de vecinas, terrenos baldíos, pasillos del barrio, patios de escuelas transformamos en potrero para dar lugar a nuestro juego? ¿Cómo nos organizamos para ir a torneos lejanos, llenas de garra y de ansias de gol? ¿Cómo entendemos el futbol nosotras?

“Las pioneras del fútbol femenino” es el nombre de la organización que la ex arquera Lucila Lucky Sandoval impulsó. Se trata de un grupo de ex futbolistas que fueron las precursoras de esta disciplina, quienes jugaron al fútbol entre los años 60, 70, 80 y 90.

Una vez retirada del fútbol Lucky se dio a la tarea de buscar otras ex jugadoras y reunirlas para organizar este colectivo de mujeres. A partir de allí surgieron homenajes, declaraciones y una serie de eventos en que se las reconoció: rememoraron sus luchas, sus logros y también pusieron en valor su lugar en la historia del deporte.

Cuando Lucky se fichó como jugadora en la Asociación Argentina de Fútbol femenino en 1988, mientras esperaba sentada su turno para completar los documentos vio un cuadrito colgado en la pared: era la selección que jugó en México 1971, el primer mundial del que participó argentina.

No lo podía creer. Pensaba que su generación era una de las primeras que jugaba al fútbol y que por eso le costaba tanto lograr reconocimiento. De ahí en más, se desveló por conocer a esas jugadoras y a su historia. Pensó que era necesario reparar esa ausencia para que no ocurriera lo que le pasó a ella, a su generación y saberse parte de un largo camino compartido.

El proyecto de este libro nació en abril de 2017 cuando Lucky acercó a la Comisión de Mujer, infancia, adolescencia y juventud de la legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires su deseo de plasmar la historia del fútbol femenino en un libro.

A nosotras, el deseo de recuperar la historia de las pioneras nos interpeló directamente. Contar esa historia es desandar el recorrido de un fútbol que desafía de manera directa los cánones machistas de esta sociedad.

Durante muchos años, fue invisibilizado, guardado en el clóset y ninguneado. Por eso resulta tan difícil encontrar registros sobre ellas, las pioneras, quienes dieron forma a lo que hoy es el fútbol femenino en la Argentina. Ellas, las primeras que pelotearon en el espacio público, las primeras que jugaron en el exterior, las que fundaron los primeros equipos femeninos en los clubes, las que participaron en un mundial antes que la Asociación del Fútbol Argentino las reconociera, y también las primeras que jugaron en las canchas cuando AFA de una vez por todas incorporó esta disciplina.

De la mayoría de esas mujeres no podremos saber nunca sus nombres, es cierto, pero también es verdad que hay mucha historia viva, relatos orales que hay que rescatar. Reconstruir su historia oral no es sencillo. Los relatos y sus recortes tienen la parcialidad inconsciente de quien los narra, y el tamiz de quien recepciona. Con todas esas limitaciones, decidimos contar a partir de algunas de las voces que transitaron este largo y sinuoso camino. Son solo algunas, pero son protagonistas, como lo fueron todas, de esta batalla colectiva y de este amor por el fútbol.

También trabajamos con sus archivos personales: fotos, notas de diarios locales, folletería, revistas, entre otros materiales. Hay historias a las que llegamos compartiendo charlas y encuentros informales en actividades que nos reunieron durante estos años. Otras las encontramos en hemerotecas o en las redes sociales. En un país en el que los movimientos de Derechos Humanos, las Madres Y Abuelas de Plaza de Mayo nos enseñaron a guardar la memoria como un tesoro, como un instrumento clave para desandar las injusticias, creemos fundamental empezar a construir la memoria relacionada con el fútbol y las mujeres porque en esta historia hay muchas violencias y desigualdades que ya empezamos a erradicar.


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