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SOLDADO DE D10S

SOLDADO DE D10S

Ejemplos y referentes. En nuestra vida estamos rodeados de personas que son ejemplos. En mi caso fue mi madre. Marta nació en el pueblo cordobés de Villa General Belgrano. Fue la hija mayor de 12 hermanos. Lo poco que supe de su infancia es que fue criada por su abuela Gabina y que, de niña, trabajaba como empleada doméstica de gente adinerada. También que se vino muy joven a Buenos Aires. No terminó los estudios y se enamoró para siempre de quien fuera mi padre. Una ilusión romántica que se volvió una pesadilla agresiva al final de su vida.

De mi madre rescato que siempre me inculcó la lectura. Ella, que no había terminado el colegio, se preocupó por demás para que yo tenga esa herramienta fundamental en la niñez. Fue mi ejemplo porque la veía leer seguido. No tuve juguetes pero libros no me faltaron. Recuerdo el pequeño departamento de la calle Caracas del barrio La Paternal donde vivíamos. A solo seis cuadras estaba la plaza Irlanda y a otras seis la cancha de Argentinos Juniors. Dos lugares que se hicieron carne y uña en mis recuerdos del pasado pero que también sigo frecuentando en el presente.

Ella me abrigó con su cariño y me hizo upa para verlo debutar. El miércoles 20 de octubre de 1976 Pelusa se hizo mi amigo imaginario. Quién se iba a imaginar que ese día iba a cambiar para siempre la vida de tantas personas cuando un pendejo de rulos debutó en la primera división de los Bichos Colorados con apenas 15 años. Cada tarde que volvíamos de la cancha maravillados con sus genialidades, yo le daba a una redonda armada con bollos de papel de diario. Mi canchita era el patio interno del departamento al que no le entraba la luz del sol y, de tanto en tanto, le pedía una caja de cartón a mi vieja para cambiar el arco porque con Pelusa lo rompíamos a goles.

Soy hincha de Argentinos Juniors desde la cuna, como tantos otros que se abrazan a esa pasión indescriptible que es ser hincha de un club de fútbol. Fue esa misma pasión que me atravesó para sentir desde pibe el periodismo. Y Diego tuvo mucho que ver en eso porque cuando nos mudamos a San Fernando en el ’79, transformé mi habitación en una cabina de radio donde todos los días, a toda hora, relataba partidos mientras jugaba con las figuritas de la época que tenían los rostros de los jugadores de entonces.

Mi vieja me espiaba tras la puerta y habrá pensado tantas veces que estaba loco. Y cuando me preguntaba por qué no le pedía el álbum para pegar las figuritas yo le respondía que sí lo hacía se morían las ilusiones y Pelusa no iba a hacer más goles. Porque ahí Maradona los hizo todos eh. De taco, rabona, emboquillada, olímpicos, de tiro libre y de penal. Dejando el tendal hizo un montón y siempre fue el goleador. Igualito al que jugaba en primera.

“Mis sueños son dos. Mi primer sueño es jugar el Mundial y el segundo es salir campeón de octava”, fueron las palabras de Pelusa que quedaron inmortalizadas en una filmación en blanco y negro. Y esa pasión contagiosa de Diego fue mi bandera, mi estandarte, mi remera y mi canción. Fui por mis sueños en la vida, corriendo a su lado. Decidido y gambeteando. Si me caigo, me levanto. Luchando, siempre. Haciendo goles y errando. Pelusa fue mi referente y lo seguirá siendo.

Mi vida transcurrió entre el periodismo, el heavy metal y algunos viajes por el país y el mundo. Siempre atento a las señales maradonianas que me voy encontrando gracias a esta conexión maravillosa que llevo desde la cuna. Fue el 22 de junio de 2021, estando en el campo de juego de la cancha de Argentinos Juniors, que recibí una y me llevó a escribir D10S es Argentinos. El primer libro de la extensa literatura maradoniana que contó los años de Pelusa en el equipo de La Paternal, desde que llegó a los Cebollitas con 8 años hasta que se fue en el ’81 con 20.

El 29 de octubre de 2022 tuve otra señal que me hizo lagrimear. La escritora Gabriela Saidón comentó en una charla en Tea y Deportea, casi al pasar, sin intención de abrir un debate: “¿Qué pasaría si Messi gana la copa del mundo en Qatar? ¿Se mantendrá la eternidad maradoniana?”. Fue como un puñal clavado en el corazón. “¿Un mundo sin Maradona?”, me pregunté. Llegué a mi casa asustado, agitado, con la respiración entrecortada. Me senté frente a mi pc y me puse a llorar. ¿Cómo nos vamos a olvidar de vos Pelusa? Como soldado de D10S no lo debo permitir. Y me puse a escribir un nuevo libro. Sabiendo que se venía el primer mundial sin Diego y con la sensación del éxito merecido para Messi y compañía nació Mundiales, historias de las Copas del Mundo, que tiene un hilo maradoniano que atraviesa al libro de principio a fin.

Mi vieja tuvo un cáncer fulminante en el 2004. Me regaló un último abrazo y un suspiro en su despedida. Y me dijo al oído: “Nunca te olvides de quien te hizo feliz”.

Me siento un tipo afortunado por haber sido contemporáneo a Maradona y por haberme tocado la madre que tuve. Yo fui muy feliz gracias a Pelusa, a Diego, al barrilete cósmico, al Diegote.

Y tengo memoria.

El 25 de noviembre de 2020 la pelota explotó en un océano de lágrimas y el mundo se detuvo. Hasta Boca y River se abrazaron y lloraron juntos. 

Cada vez que regreso a La Paternal es para escuchar tus latidos otra vez. Porque el corazón de Maradona en Buenos Aires late en La Paternal. En cada esquina, en el minuto 10 de los partidos del Bicho, en los murales, en el santuario.

El barrio donde ambos fuimos felices.

Todo tiene un principio y un final, la excepción es con aquellos que alcanzan la eternidad.

La pucha Diego, te extraño más que a mi vieja.


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