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ZONA SUR, 6 DE MAYO Y DESPUÉS

ZONA SUR, 6 DE MAYO Y DESPUÉS

Por Facundo Paredes

Donde máquinas, herramientas y materiales de construcción esperaban cada día a los albañiles que levantaron los monoblocks ubicados en la intersección de la avenida Batlle y Ordóñez y Laprida, en el sur de Rosario, Luis Fermin Rapuzzi y Rosa Delmonte vieron un lindo espacio a ocupar una vez levantado el obrador. Como esos edificios fueron construidos por el Sindicato de La Carne para su afiliados, el barrio se llamó La Carne. Como el club se inauguró allí el sexto día del quinto mes de 1983, se lo llamó 6 de Mayo.

La puerta por la que, en 40 años, han pasado miles de chicos y chicas y sus padres y madres, está sobre la calle Copahue. En esa puerta rodeada de azul y blanco, los colores que representan a la entidad, la calle Caupolicán suspende su avance. El jardín de infantes Javier Villafañe y la escuela N° 1090 Domingo Matheu completan esa manzana casi exclusiva para niños, niñas y adolescentes.

En los albores del nuevo milenio, Angelito Correa dejó por un rato su natal barrio Las Flores –donde jugó a la pelota y a la bolita con la Jesi, con quien después lo unirá una misma camiseta– para jugar en la Agrupación Infantil 6 de Mayo. 

Más que un club

En el predio ubicado en Copahue al 6300, correr detrás de la pelota y del sueño de ser futbolistas es apenas una de las actividades en la que los chicos ocupan la cabeza y los pies. Para Angelito y la mayoría de sus compañeros, en el 6 de Mayo tenían la merienda que les faltaba en sus casas. “Después de jugar compartíamos la chocolatada, tortas fritas. Ahí en el club nos trataban re bien”, recuerda hoy Mauricio Bogado, ex compañero y goleador gracias a Correa: “Él gambeteaba a todos y nos daba el pase casi sobre la línea para que hagamos los goles. Básicamente la empujábamos. Ganaba casi solo los partidos”, reconoce.

César Ibalo fue el primer entrenador de Angelito Correa y luego padrino. Ahora preside el club que en este 2023 celebró sus 40 años de vida. Cuenta que a fin de año, con la entrega de trofeos, “tiramos la casa por la ventana”. En cada aniversario o Día de las infancias, el club no ahorra en festejos. Y también abre sus puertas para cumpleaños del piberío.

Desde Madrid y vestido de azul francia y blanco, suele sumarse a los festejos y mandar sus saludos el hijo pródigo del club.

a.C. y d.C.

En sus inicios, la canchita del 6 de Mayo se parecía más al obrador que la precedió que a un campo de juego. Entre el par de arcos y unas líneas de cal garabateadas, el club hacía de local en la popular Liga Ardyti (Asociación Rosarina Deportiva y Turismo Infantil), que cuenta con más de 40 clubes. Durante la estadía de Angelito, el equipo (de 7 jugadores) se acostumbró a ser protagonista. “Fue una cosa terrible. El loco agarraba la pelota y se pasaba a todos los jugadores y metía el gol. Lo veías y te enamorabas”, rememora Alan Scarpa, otro ex compañero. “En Rosario sabían que en 6 de Mayo había un chico distinto”, aporta Ibalo. “Un día me llevaron al bar del Laguito, en el Parque Independencia, y me mostraron un maletín lleno de dólares. Y dije que no”.

De todas maneras, el bienestar económico para el club del barrio La Carne llegó sin la necesidad de las tentaciones que ofrece un maletín abierto. Ángel Correa pegó el salto al fútbol grande. El 31 de marzo de 2013, en un partido ante Newell’s en el Nuevo Gasómetro, el cuarto árbitro levantó el cartel electrónico que marcó la salida del 8 Enzo Kalinski y el ingreso del 32. “Debut absoluto”, dijo el periodista de la tele que lo presentó. Dijo también que era enganche y que Jorge Bergoglio, antes de ser el Papa Francisco, le dio la Confirmación. Y si bien redujo los inicios de Correa a las inferiores de San Lorenzo y no a 6 de Mayo, como suele ocurrir, el jugador siempre vuelve a su primer amor. “Cada vez que necesitamos algo está el Nene”, cuenta Ibalo. Por Angelito, la entidad barrial mejoró su seguridad con la instalación de cámaras, el campo de juego es de césped sintético y alumbrado con luces led. Aunque el aporte económico es apenas un detalle.

Una compleja operación de corazón en Estados Unidos cuando fue transferido al Atlético Madrid no le borró los sentimientos por el 6 de Mayo. “Él se preocupa mucho por el club, siempre me llama y me pregunta cómo están los chicos. Firmó un contrato con Adidas y me regalan cajas de botines, pelotas, ropa de la Selección. Y se las regalamos a los pibes”, revela César, y reflexiona: “Esta es su raíz, él ama esto. Cuando vino se puso a gritar y cantar con los chicos. Vino a cargar pilas acá”.

Me llaman calle

En el Concejo Municipal de Rosario ingresó un proyecto que proponía llamar al tramo de la calle Copahue que va de Arrieta hasta Francisco Frías, como Ángel Correa. La denominación de ese par de cuadras en las puertas de 6 de Mayo en la zona sur de la ciudad era en homenaje al futbolista tras haber logrado el título mundial en Qatar. “Para poner el nombre de una calle la persona debe estar fallecida”, lamenta la edil Silvana Teisa, autora de la iniciativa. Los homenajes en vida, para esa ocasión, no tienen validez entre las ordenanzas rosarinas.

Pero hay homenajes que las leyes y las normas no tienen a su alcance, como el que recibió el barrio Las Flores, donde el Angelito y la Jesi pasaban las tardes jugando a la pelota y a la bolita. Jesi –que así le dicen porque su padre se confundió al anotarla, cuando la intención era que se llame Jésica Noelia y no Érica Noelia como figura hoy en su DNI– es Lonigro, delantera de la Selección Argentina en el último Mundial, como su vecino.


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Autor

  • Periodista deportivo. Postítulo en Periodismo en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Escribe en la sección deportes del periódico El Eslabón y es director del portal Redacción Rosario, ambos medios producidos por la Cooperativa La Masa. También trabaja en Radio Nacional Rosario.

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