Qatar
LOS QUE LUCHAN

LOS QUE LUCHAN

Un 3 de diciembre del 2022, hace exactamente un año, la Selección Argentina salía por primera vez de Doha para jugar los octavos de final contra Australia en el estadio Áhmad bin Ali, ubicado en el municipio de Rayán. Esa ciudad, conocida como “La puerta del desierto” por su vista hacia las inmensidades de las dunas, marcaría el inicio del camino de los mano a mano que nos depositarían en la gloria máxima. Fue el partido que el equipo le demostró a su pueblo su don de luchador sin límites.

Cuando iban 33 minutos de partido Messi venía de 4 intentos de pases interceptados, necesitaba una jugada que le destrabe el cerebro. Podía ser un pase, ni hablar un gol, pero fue una acción donde luchó contra un australiano por una pelota que se iba al lateral, el defensor lo agarró de la camiseta y nuestro 10 lo pecheó y le hizo frente. La gente se levantó a defender con gritos a su emblema en el pasto. Ese estruendo casi divino que sentimos cuando el que está ahí abajo actúa en representación de los miles de las tribunas, de los millones que están frente a la pantalla. De ese lateral vino la falta al Papu Gómez que derivaría en el gol del Messi definitivo. El que lucha y vuelve. 

A fines del 2001 Messi ya estaba en Barcelona hacía poco más de un año. A la distancia vio cómo su país comenzaba un rápido tobogán que terminaría con la salida en helicóptero del presidente Fernando De la Rúa antes de fin de año. Un 3 de diciembre había impuesto por decreto el conocido “corralito financiero” que restringía sacar dinero en efectivo y a depósitos bancarios. Fue el golpe final de una crisis insostenible.

Por esa situación de inestabilidad económica, ya en el 2000 muchos argentinos y argentinas, como Messi y su familia, habían abandonado el país. Hernán Casciari en su cuento “La valija de Lionel” recuerda que en el chat de argentinos viviendo Barcelona, de principios de siglo, a las consultas sobre dónde conseguir dulce de leche o buenos cortes de carne, se le sumó un nombre “Lionel Messi”. Y empezaron a pasarse data sobre él hasta que llegaron los famosos partidos en las infantiles del Barça que transmitían los sábados a la mañana.

Casciari cree que cuando, en pleno festejo por ganar una Liga en el Camp Nou, Lionel gritó “Visca el Barça, visca Catalunya… ¡y aguante Argentina, la concha de su madre!” fue un guiño para todos ellos que habían llegado con él a tierras catalanas en busca de una vida mejor. “Es difícil explicar cuánto nos alegró la vida a los que vivíamos lejos de casa”, se emociona en el cuento.

En el libro sobre Messi de Ariel Senosiain hay una crónica del partido en el que “un emigrante hizo felices a cientos de emigrantes”. Se refiere a aquel 4-3 a Brasil en Nueva Jersey con 3 goles del 10. Diego Lena, un argentino que vive allá y estuvo en la cancha cuenta que “hay muchísima gente que vive en Estados Unidos de manera ilegal, lo que significa que no puede salir del país por miedo a no volver a entrar. Muchos de ellos sabían que quizás no volverían a ver a Messi en un estadio con la celeste y blanca. Para ellos ese triunfo fue todo”. Testimonio que explica un poco la locura de compatriotas que generó Lionel en el primer semestre jugando en la Major League Soccer.

Tardamos un poco, por suerte no fue mucho, en darnos cuenta que Messi es un luchador como nosotros. Pero la identificación del equipo con su pueblo nunca apareció mejor reflejada como en la jugada del segundo gol contra Australia en los octavos de final del mundial de Qatar.

Por más que el arquero australiano Ryan se llama parecido a la ciudad que albergaba al partido, el local era Argentina. Al ritmo de la gente que copó el estadio, Rodrigo De Paul fue apurar la salida del fondo del rival. Metió una triple presión que fue llenando de miedo a cada uno que tenía la pelota. Primero encaró al lateral derecho que totalmente aterrado se la pasó al central. El 7 bravo fue por él también y la pelota terminó en el arquero, quien acorralado por el insoportable volante, terminó perdiendo la pelota ante Julián Álvarez, que puso el 2-0. “Un gol de laburantes, un gol de trabajadores, un gol de fibra, un gol de intensidad, un gol de todo eso”, comentó Senosiain en TyC Sports.

En toda la jugada, De Paul fue a buscar lo que es suyo, ese juguete que aprendió a patear en las calles de Sarandí hasta que se escondiera el sol. Un 3 de diciembre del mismo año del nacimiento del ex Racing en 1994, la empresa japonesa Sony ponía a la venta la Play Station, la consola de video juegos que revolucionó el mundo. En Argentina su llegada chocó con los años de crisis del 2000.

En una nota de septiembre del 2020 para el sitio oficial de la FIFA, le preguntaron a De Paul cómo surgió su pasión por el fútbol. “Empezó como una diversión, pero en todos mis recuerdos o fotos estoy disfrazado de jugador y con una pelota, en casa, en la calle o en el club Deportivo Belgrano, mi segunda casa. Nada más me llamaba la atención, y en todo caso, no había plata para la Sega o la Play Station 1”, fue su respuesta.

La Play era un juguete tan deseado como inalcanzable por aquellos años para muchas familias. Se conocía de su existencia por su propaganda, por si algún conocido la tenía o porque algún video club te la alquilaba por un día con un solo juego. Apenas fue haciendo sus primeros mangos como futbolista, Rodri pudo comprarse una.”Jugaba a los jueguitos de Play con el personaje de Messi. Era su ídolo. Encontrárselo en la Selección para él es un sueño cumplido”, contó su mamá Mónica Ferrarotti dos días antes de jugar con Australia, en el programa de María O’Donnell en Urbana Play.

En las historias habidas y por haber, las de Qatar que vimos y las de sus vidas que nos enteramos antes o después. En una forma de jugar, sentir y moverse fuimos encontrando una empatía con este equipo. Ese que un 3 de diciembre llevó al mundial la historia de los pueblos, los que luchan sin cesar. El partido con Australia fue la puerta para volver al desierto qatarí dispuestos a mostrarles a los europeos de qué estamos hechos.


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Autor

  • Editor en la página Lástima a Nadie Maestro, donde también escribe notas y hace podcasts. Uno de los autores del libro Crónicas Maradonianas. Integrante de las transmisiones del Fútbol de Banfield en AM 1550. Trabajó en la sección Deportes de El Destape.

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