“BIOTIPO”, LA VERSIÓN CAPITALISTA
“Lo personal es político” es una frase que se volvió un lema resurgido en pancartas, cuerpos, cantos y carteles de las marchas #8M y #9M nació a fines de 1960 desde el Women´s Liberation Movement (Movimiento de Liberación de la Mujer), no solo atañe al colectivo femenino, sino también al masculino.
Y como una de esas aristas personales, no solo se encuentra la mente de una persona, sino también algo más “tangible”: su cuerpo. Si bien tiene una gran relevancia que opera a nivel social, esto cobra aún mayor vehemencia en el espacio del deporte, y, sobre todo, en el mundo del fútbol profesional.
Existen innumerables variables para que jóvenes promesas queden en el camino como las vinculadas a lo deportivo (cualidades técnicas, tácticas y aeróbicas), la madurez mental, la explosión de las condiciones y mejoras de las mismas durante el recorrido, calidad del entorno y apoyo familiar. Pero uno de los filtros más importantes es el descarte de los jugadores que, a priori, no cuentan con potencial para desempeñarse en el ámbito profesional por cuestiones genéticas.
Es en este escenario, bajo las lógicas mercantiles del capitalismo imperante, surge y se desarrolla el concepto de “biotipo”. El mismo se utiliza para diferenciar los cuerpos que “importan”, según lo requerido por el mercado, y los que “no importan”, y, por ende, no pueden formar parte de ese sistema.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), de los futbolistas que inician en 9° división tan sólo entre el 2 y 3 % llegan a firmar contrato profesional. En este sentido, la gran mayoría de futbolistas que se inician en el fútbol amateur y portan con el sueño de ser profesionales, de vivir de la práctica deportiva, no puede concretarlo. Precisamente es un 97 % de jugadores pertenecientes al sistema los que no “llegan” a jugar en un nivel profesional.
Es decir, que la gran mayoría se encuentran en el campo de los cuerpos que “no importan”. Estos son los cuerpos indeseables, los no-profesionales, los no-vendibles. Así, las futbolistas que no responden al cuerpo legítimo pasan a ser estigmatizados, discriminados y sancionados por su corporalidad, ya que son los cuerpos que no importan.
Conocida es la historia de vida de Lionel Messi, quien tuvo que someterse a una serie de métodos médicos, basados en hormonas de crecimiento, para incrementar su tamaño físico y poder “importar”. Para eso, vale compartir el siguiente fragmento por el exjugador y formador de futbolistas del Barcelona, el español Laureano Ruíz, en una entrevista con el diario Olé (2014):
Hace 40 años, Xavi, Iniesta y Messi no habrían jugado en la Primera del Barsa. Los técnicos lo consideraban inviable. Cuando yo fichaba a un juvenil de pequeña estatura, venían a decirme: “Laureano, los equipos juveniles están para formar futbolistas para el primer equipo, y éstos jamás llegarán allí”. Yo les preguntaba “¿por qué?”. La respuesta era: “Porque en Primera División todos los futbolistas son altos y fuertes”. Por este motivo estos grandísimos futbolistas que menciono no hubieran jugado entonces en la Primera del Barsa. Cuando llegué al Barcelona fui al despacho de los técnicos y en la puerta había un cartel –que hice desaparecer-, que decía: “Si vienes a ofrecerme un juvenil que mide menos de 1.80 metro, date la vuelta”.
Siguiendo al autor David Le Bretton en Las pasiones ordinarias. Antropología del cuerpo y de la modernidad, es posible ver que el cuerpo es el soporte material de todas las prácticas sociales y de todos los intercambios entre los sujetos. Al respecto, profundiza: “La imagen del cuerpo no es un dato objetivo, no es un hecho, es un valor que resulta, esencialmente, de la influencia del medio y de la historia personal del sujeto. No hay nunca apreciación bruta de las sensaciones del cuerpo, sino desciframiento, selección de los estímulos y atribución de un sentido” (1990: 149).
No hay manera de entender la manera de operar del concepto de biotipo sin detenerse en las palabras de Le Bretton, quien expone que no existe que un cuerpo sea mejor o más dotado que otro, sino que destaca la función social de la mirada de otro y un contexto determinante.
Por ello, para concebir un cuerpo como deficitario se lo debe oponer a la noción de un cuerpo normal. La normalidad y su ideología normalizadora son una construcción en un tiempo y en un espacio determinado que se ha extendido de la esfera macro, social, a las esferas micros, como las lógicas del fútbol profesional.
Asimismo, un aspecto que sobresale en los cuerpos, importen o no, es el de una gran disciplina. Siguiendo Foucault: “La disciplina fabrica así cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos dóciles. La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad económica) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos de obediencia política)” (1995: 160). Deben ser cuerpos que tienen que rendir tanto físicamente como monetariamente.
Leandro Cortizo y Sergio Vizcaíno son entrenadores de arqueros en Estudiantes, abocándose al equipo de Primera división y coordinación de las categorías infanto-juveniles, el primero, y al área de fútbol femenino el segundo. Estos dos entrenadores publicaron un artículo en el que analizan y comparan los diversos biotipos existentes, en el puesto de los arqueros a nivel internacional. En este sentido, vale compartir la definición que emplean al respecto:
El término biotipo proviene de la biología y describe la forma típica de un animal o planta que puede considerarse modelo de su especie, variedad o raza. Aplicado al deporte refiere al conjunto de características morfológicas y fisiológicas del ser humano representativas de un deporte. En un sentido más estricto se puede aplicar a un puesto específico en cada disciplina (Cortizo & Vizcaíno, 2018: 2).
En lo que es el fútbol profesional se puede reconocer que, para cada posición, va a existir un biotipo particular. No será lo mismo desarrollar las destrezas que se esperan encontrar en un arquero que en un defensor o delantero. A distintas posiciones, distintas características, distintos biotipos, distintos cuerpos legítimos. Altura, delgadez, agilidad y velocidad, son algunos de los elementos que caracterizan a esos cuerpos que trascienden.
De esta forma, se puede definir al “biotipo” como un conjunto de representaciones y discursos de estructuración biológico y material, que se instituye como el lugar que cobra mayor importancia para la industria del fútbol, y que los actores definen como el cuerpo legítimo. Por otro lado, aquellos cuerpos que no sean portadores de las cualidades físicas y simbólicas del biotipo, serán relegados a un plano de lo abyecto por este dispositivo deportivo de matriz productiva. La abyección, en este sentido, está constituida por aquellas características como la grasa corporal, la ausencia de tonicidad, de masa muscular o de una altura considerable según el puesto, como la ausencia de destrezas corporales, ya sea la técnica individual o velocidad física. Este análisis sobre “biotipo” se puede extender a otros deportes, encontrando un tipo de cuerpo específico (legitimado y) determinado en cada disciplina, siempre atravesado por la materialidad del mismo, los sentidos que se le otorguen y el valor que le designen las lógicas del mercado.