CLUBES DE BARRIO EN CHILE
La opinión más generalizada que existe sobre los clubes de barrio tiene que ver, principalmente, con lugares donde se va a “jugar a la pelota”. Sin embargo, los efectos que tienen estos clubes son más profundos y constituyen algo fundamental en los procesos de socialización y construcción de identidad en niños, niñas y adolescentes, así como también en la identidad y cultura de las comunidades que los rodean.
Emplazado en el Cerro Esperanza de Valparaíso, uno de los cerros más tradicionales de la ciudad, se encuentra el histórico Club Social y Deportivo Orompello, el que este año celebrará su aniversario número 92. Hoy por hoy, este club busca reinventarse y volver a los tiempos en que la cultura y la música cohesionaban el barrio.
Fundado el 18 de septiembre de 1930, el Orompello goza de un palmarés a nivel amateur muy importante. Posicionados en la región como uno de los equipos más poderosos tanto por su dominio en la cancha -en la que eran apodados “los fusileros” por su relación con el frente patriótico Manuel Rodríguez – como también fuera de ella, donde contaban con una gran cantidad de hinchas, los que se desplazaban para cada partido del equipo de honor. De hecho, eran confundidos generalmente con hinchas de Everton por la similitud de los colores de la camiseta.
Los años más gloriosos del Orompello fueron en la década del 70, los que coincidieron con la creación de la rama musical y cultural con la que se buscó generar un proceso de cohesión social. Este espacio sirvió para hacer trabajo barrial en momentos álgidos de la dictadura militar desde una perspectiva de izquierda que pudiera servir para hacer un Chile diferente. Según Nicolás Andrade, actual productor de la parrilla cultural e hincha del Orompello, “es algo que va más allá del deporte. A los clubes sociales y deportivos no solo se va a jugar a la pelota o a escuchar música, también tienen que ver en cómo problematizamos la vida, fomentamos la política, cómo bajamos los niveles de abstención en las votaciones, cómo generamos más espacios de participación y discusión dentro de la comunidad que representamos”.
La identidad en el territorio
El deporte tiene un rol social y como tal tiene diferentes variables y factores que conforman la identidad, la cual puede ser local, comunal o nacional. Para Karla Guaita, psicóloga de la Sociedad Chilena de Psicología del Deporte, “los clubes, en términos sociales, son un espacio para permitir el desarrollo de las personas. Desde ese punto de vista, tienen una injerencia muy importante en los procesos de socialización y en llenar vacíos que quizás el Estado o la cultura no están logrando responder”. Así también lo observan desde el Club Social y Deportivo Estrella Roja, el que apuesta por recuperar la práctica popular del fútbol: “Es importante el rol que juegan los clubes de barrio. Al ser instituciones de base, arraigadas en los territorios y que son expresión de la organización de vecinas y vecinos, de amistades y de familia, van rescatando los elementos que están presentes en el entorno, en el lenguaje, en la cultura”.
Carolina Cabello, socióloga deportiva, comenta que en los clubes de barrio se forman procesos de socialización que se pueden observar desde la niñez: “la pasión por un equipo puede heredarse mediante la familia, defender los colores de un club en particular o vivir en el mismo territorio donde se ubican. Esto te genera apego, un cariño significado en representaciones que promueven a participar desde ese club deportivo”, explica.
Nicolás, que desde muy pequeño ha tenido relación con Orompello por vivir en el mismo barrio en el cual está posicionado el club, cree que lo que le pasó a él -y le pasa a la mayoría de los Orompellinos- es que desde pequeños se le inculca que en el cerro hay un club, el cual es muy importante dentro de la comunidad del cerro Esperanza. Muchas personas a lo largo de la historia de la institución han participado activamente; jugadoras y jugadores, dirigencias u otras maneras para hacer un aporte al club, el cual se transmite de generación en generación: “cuando uno llega al barrio y conoce a los amigos, lo primero que te dicen es «vamos a jugar a la pelota al club», entonces empezamos a jugar frecuentemente ahí. Todos mis amigos siempre se identificaron mucho con el Orompello porque sus familiares también tenían vínculos fuertes con el club. Se generó una cultura de quererlo mucho desde muy chico, por eso principalmente no me sentí identificado con Wanderers o con Everton, pero les tengo mucho cariño a esos clubes” comentó.
Carlos Vergara, secretario y jugador del Club Deportivo Villa Berlín del Cerro los Placeres de Valparaíso, también siente un vínculo muy fuerte con el territorio donde vive y con club al cual pertenece “me siento identificado con la Villa Berlín porque es un lugar de donde es mi familia, donde vivo ahora y donde estoy vinculado a organizaciones que hay aquí en la villa, entonces la permanencia en el espacio y toda mi historia en este lugar me hace sentir más perteneciente al Club Villa Berlín que a algún equipo más grande de la región”.
Guaita profundiza en que los clubes de barrio son un elemento central en los primeros años de sociabilidad de las personas y que éstas principalmente están asociadas a la práctica deportiva: “el impacto que los clubes de barrio pueden tener en la identidad de jóvenes es super determinante en las etapas vitales. Hay que pensar que entre los 8 y los 12 años aparecen los primeros amigos, luego surgen los primeros intentos por diferenciarse de los padres y las y los adolescentes quieren encontrar cuál es su propia identidad. En esta etapa son absolutamente determinantes los profesores de los clubes y las amistades del barrio para definir quiénes son y cómo se insertan en los espacios de socialización”.
¿Cómo se va construyendo la identidad?
En concreto, “a través de las prácticas que instalan los distintos clubes deportivos en su forma de juego, estrategia, tácticas. También en rituales que tengan los clubes o si convoca o no al barrio”, explican desde Estrella Roja, resaltando al mismo tiempo la importancia de recoger la identidad del territorio en que se inserta el club. “Eso permite que se aglutinen distintas voluntades y se dé la posibilidad de ejercer la política, tomarse el deporte como una práctica política y entender que eso nos permitirá transformar las condiciones materiales de la vida de quienes son parte del club de forma directa o indirecta”.
En el último tiempo, luego de la reactivación de los espacios públicos después de la pandemia, se volvieron a abrir las puertas de estos clubes para seguir con el propósito y con la tradición que tienen dentro de sus territorios, promoviendo la vida de barrio y la unión entre sus pares, donde lo que los une muchas veces son estos espacios donde se puede crear sociedad barrial.
En esta misma línea, los clubes han trabajado para ir dejando atrás prácticas discriminatorias y de género hacia las mujeres, lo que también ha significado que muchas de ellas participen activamente de los clubes, tanto como dirigentas, jugadoras o profesionales que puedan en algún momento prestar ayuda dentro de los territorios. Para Cabello, una de las variables que influyen hoy en día dentro de los clubes de barrio es la participación femenina: “obviamente han transformado la forma en que se relacionan las personas al interior de los clubes y con ello también sus propias formas de entenderse, de entender quiénes somos y qué es lo que queremos”, cerró.
Nota publicada anteriormente en revistaobdulio.org y cedida gentilmente para su publicación en nuestra revista