EL DIEGO SOCIAL: «YO ME CRIÉ CON AMOR»
Entre ÉL y el deporte social hay una sinergia cargada de sueños, de potrero, de piberío, de sacrificio, de progreso y de amor.
Los años pasan y siguen estando esas desigualdades sociales, culturales y sobre todo las económicas para el acceso, el desarrollo y permanencia a la práctica deportiva que vivió el Diego y hoy la viven nuestros pibes y pibas en los barrios, en el barro, en los clubes, en el potrero.
Pero es ahí, donde el Diego, el pibe villero se hace espejo para reflejar lo posible y se hace bandera de deseo, de poder ser.
El Diego es en sí mismo parte de la historia deportiva y política de nuestro país, y también de deporte social,
Maradona participó en los Juegos Nacionales Evita cuando volvió el Peronismo (1973-1975) luego que el golpe de 1955 que los prohibieran. Los JNE, una gran política pública deportiva del peronismo para la inclusión deportiva de niñxs y jóvenes de todo el país como herramienta de transformación social y de acceso a la salud. Siendo también la primera competencia social más grande de América Latina.
En su participación, el Cebollita se destacó, consoló el llanto de sus competidores, y también perdió frente al equipo los “pibes de pinto” de Santiago del Estero, todas lecciones cotidianas que se viven en distintas canchas del país.
De los Evita al mundo, El Diego es el más grande de éste y todos los planetas y parafraseando a Evita, él nunca se dejó arrancar el alma que trajo de potrero, no se deslumbró de la grandeza del poder ni sus miserias. Por eso nunca se olvidó de su pueblo, pudo ver sus grandezas, y hacernos felices.
El potrero, y el deporte social marcaron al Diego como nos marca a cada unx de nosotres de alguna forma, y como nos marcó ese gol el 22 de junio contra los ingleses donde invocamos a los pibes de Malvinas, donde la picardía de potrero se hizo carne en lo más alto de fútbol.
Esa sinergia entre el Deporte Social y el Diego, sigue unida, con las mismas precariedades que vamos a cambiar, lo que no vamos a cambiar nunca, es ese mismo amor que nos cría.
